Él siempre estaba sumido en un profundo
sueño
de entre blancos lienzos,
y óleos. Unos mas vivos y otros mas
muertos.
Él no hablaba. Sólo pintaba.
Sus manos hablaban.
Construían.
Él tenía esa magia que le envolvía.
Sólo era él cuando tenía un pincel en
mano.
Él era un hechicero hechizado
Nadie sabía quién controlaba a quién.
Si el pintor controlaba al pincel,
o el pincel controlaba al pintor.
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