Annie y Luke se vieron obligados en mantener esa conversación
incómoda aunque ninguno de los dos quisieran. Ambos estaban cansados y con
dolor de cabeza causado por los litros de alcohol ingeridos. Aquellos dos
amigos habían disfrutado de una larga noche de laseres, música y diversión
acompañada de alcohol y drogas. Sus atuendos lo decían todo; maquillaje
desarraigado, crop top blanco, falda corta con lentejuelas
color flúor rosa y pies doloridos de los malditos tacones para Annie. Y pelo
desaliñado, camiseta de tirantes y Pepe
Jeans con olor a sudor para
Luke. Para desgracia de Annie –la cual veía venir comentarios sobre lo sucedido aquella
noche– la
pandilla que hace pocos minutos los acompañaban en el restaurante se fueron con
excusas demás.
Las manos de Ann acariciaban la taza
blanca donde contenía su té de menta que hacía que augmentara su energía
agotadas por aquella noche. Su atención estaba fijada en el reflejo del líquido
verde. Y mientras, la cabeza de Luke estaba maquinando alguna frase contundente
e ingeniosa a la vez que sugerente para Ann, pero sin llevarla al reproche.
Aunque Luke no lo supiera era brillante soltando frases sin pensar.
– Seré claro. Lo de anoche...
– Lo de anoche no significó nada,
Luke. –Intervino la
morena con rapidez. Luke no se dió cuenta de cuan daño le hacían esas palabras
a Ann, que no levantaba su mirada. Si no, se vería reflejada su vergüenza y
timidez en el iris del chico rubio.
– Estaba un poco bebido.
– Todos lo estabamos. No te preocupes.
Aunque para el resto de la humanidad no se
hubiera creído lo que salía de la boca de Ann eran las palabras menos
contundentes que alguien ha podido escuchar, Luke sí se las creyó.
Los rayos de sol anunciaban por los
cristales del bar-restaurante que ya había amanecido, junto al redondo relog
blanco colgado a un lado de la pared que las agujas apuntaban a que eran las
7:30 de una mañana de Junio. Annie cambiño su mirada para fijarla en aquel
reloj, pensando en alguna frase para seguir con una descariada y poca exitosa
conversación.
– ¿Estas segura de que estas
bien? –Quería
asegurarse el chico.
– Sí –Le sonrió Ann.
La aguja segundera taladraba su sonido a
Ann.
–Quiero dejar claras las cosas, Ann. Lo de
anoche no fue nada. Tú y yo somos amigos. Pertenecemos a la misma pandilla y no
quiero que todo esto estropee nuestra relación, y menos que influya de malas
maneras.
Por mas que Ann no quisiera admitirlo, le
dolían esas palabras mas de lo que ella misma podía pensar hasta que de la boca
de Luke salieron. Estaba jodida. Estaba realmente jodida y pasaría ser una
mierda en los próximos veinte minutos que sería aproximadamente lo que tardaría
en llegar a casa para tumbarse en la cama y llorar como si no hubiera mañana.
Pero cada beso, cada caricia que podía
recordar la hacían tener un dulce recuerdo con sabor a Vodka y Coca Cola. Sólo
hacía cuatro horas que se habían besado en medio del gentío bailando al son de la música electrónica y
luces neón acariciando sus pieles que estaban atentas de cada movimiento, al
menos la de Ann.
Annie en ése momento se sintió la chica
mas poderosa de todo el pueblo (Luke era un chico muy solicitado).
–Mira, escucha –Dijo cansada Ann, que quería acabar con esto
que no Luke que quería poner cada punto sobre las íes- lo de anoche no fue mas
que cosa de las pastillitas que John nos dio, no te preocupes.
Ann cogió sus dos tacones y rápidamente
salió del restaurante descalza y a paso ligero. Luke se quedó con la mirada
impasible observando la puerta balancearse por donde Anne se había ido. El
chico de pelo alborotado y iris dilatado sentía un pequeño pinchazo de
culpabilidad en las costillas.
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